Este es el mundo de ETA, un mundo absolutamente irreal y totalmente condicionado por su ceguera política.
Incapaz de responder a las ansias de paz de la sociedad vasca demuestra ser una organización militar a la deriva, aunque eso no quiera decir que no tenga capacidad para matar.
No hay atajos para luchar contra la violencia terrorista, sólo vale el recto camino de la democracia. ETA lo sabe de sobra, y sabe también que la posición firme de los partidos políticos cegará su camino de locura.
Dice ETA que es la posición de los partidos, la foto fija que se visualiza después de cada atentado, lo que está colmando la paciencia de los ciudadanos vascos. Bien sabe que no es así, sino su propia incapacidad de salir del agujero donde se ha metido por voluntad propia lo que desespera a la sociedad vasca.
Lo que libere a la Euskal Herria con la que sueña ETA no serán atentados como éste. Por esta vía de destrucción sólo conseguirá lo contrario de lo que dice perseguir.
ETA reclama a las gentes de la izquierda abertzale que se subleven contra las prácticas represivas del Gobierno español, pero su actividad terrorista sólo conseguirá que se subleven contra él, no ya los directamente afectados por su represión, sino incluso quienes hasta fechas recientes han justificado su violencia.