Por Manolo Saco
Cuanto más absurda es una creencia, mayor es el edificio filosófico que la sustenta. Como decía el ateo antropológico Ludwig Feuerbach, sin el que el materialismo dialéctico de Carlos Marx no hubiese existido, “pasar de la insensatez a la inteligencia es la vía que conduce a la sabiduría, pero pasar de la inteligencia a la insensatez es el camino que conduce directamente al manicomio de la teología”.
Como ya hemos dicho alguna vez, en ese manicomio tienen también un sitio creencias (cuestión de fe) como la fiesta de los toros o la monarquía. Las bibliotecas y los museos rebosan de auténticas obras maestras sobre el “arte” de los toros. Y para justificar la existencia de las monarquías se ha acudido desde los albores de la humanidad a su origen divino.
A nuestra divina reina Doña Sofía, cuyo único origen comprobado es Grecia, la periodista Pilar Urbano le ha hecho un libro-entrevista que viene a contribuir -uno más- a distraer las horas tediosas del manicomio de la monarquía.
Y ha respondido con la contundencia de los conversos (se “convirtió” al catolicismo para poder casarse con don Juan Carlos). Hasta ahora la discreción había sido la norma de la casa (real), nada sabíamos de su pensamiento político-filosófico, estrategia espléndida que propició que muchos hubieran interpretado su discreción como un signo de ecuanimidad.
Pero de tanto frecuentar sotanas (con Rouco todavía está en deuda por haber dejado casar a su hijo con una divorciada) la reina de origen griego, que no divino, ha opinado sobre materias sensibles como el aborto, la eutanasia, la enseñanza de la religión y los matrimonios gays. ¡De la ley del divorcio (compréndalo, monseñor) no ha dicho nada!
Según mi reina, “se ha de enseñar religión en los colegios” porque “los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida”. O sea, un camino tortuoso hacia la teoría del Big Bang, pasando por Belén y los pastorcitos.
No es partidaria del aborto ni de la eutanasia porque “la vida y la muerte no están en nuestras manos”, lo que da a entender que están en manos de dios, y que con las cosas de dios no se juega.¿Y de la bodas gays qué piensa la majestad suya? Pues “que a eso no lo llamen matrimonio, porque no lo es”. Al menos Ana Botella lo decía con más gracia.
Al enterarse, los colectivos de gays y lesbianas le han llamado de todo, menos reina mía. En vista del revuelo, a última hora de la tarde la Casa Irreal dio a conocer un comunicado mediante el cual Doña Sofía expresaba su malestar por lo que considera un malentendido de la periodista.
Según la nota de rectificación, las afirmaciones de Pilar Urbano “no corresponden con exactitud a sus palabras”. ¿Con exactitud? ¿Se puede ser más inexacto para definir la inexactitud? ¿Cuáles fueron, pues, sus palabras exactas?
Así que, ya que han llegado los tiempos en que todos estamos saliendo del armario, permitidme que le diga a su majestad que por mí puede continuar la monarquía, pero “que a eso no le llamen democracia, porque no lo es”.
Es la usurpación de la soberanía popular.
La reina Sofía se ha desnudado intelectual y políticamente ante la periodista Pilar Urbano en un libro llamado a la polémica. Según el libro, doña Sofía defiende las clases de religión como medio para inculcar las teorías bíblicas de la Creación, posición ajena a un Estado aconfesional.