martes, 23 de octubre de 2007

REPÚBLICA SÍ, ¿PERO QUÉ REPÚBLICA?

“Desoigamos los cantos de sirena que pretenden imponer una república ajena a los intereses de los trabajadores”


Parece que la monarquía española pasa por un mal momento que coincide con un relativo cuestionamiento de la misma.
No se trata, todavía, de una ofensiva general antimonárquica, pues los cortesanos palaciegos continúan zurciendo, cada vez con mayor dificultad, unos rotos borbónicos que están alcanzando el tamaño de agujeros negros. Pero el régimen puede estar considerando que el actual ordenamiento basado en la Corona, atraviesa una crisis insuperable y quizás se esté planteando la posibilidad de utilizar-otra vez- la clásica trampa de cambiar algo para que no cambie nada, lo que le permitiría dilatar la existencia del “franquismo democrático”.

No hace mucho, asistimos a la polémica levantada en torno a la revista humorística El Jueves, por la publicación de una caricatura principesca.

El año pasado, los medios de información calificaron de error la ausencia de los Reyes en la ceremonia de entrega de medallas del campeonato mundial de baloncesto, donde España alcanzó el oro.

Esas noticias se compensan con otras, en las que siempre está presente un empalagoso culto a la personalidad, unido a una férrea censura que filtra cualquier información “improcedente”, sobre el Borbón y su parentela.

La embaucadora estrategia de dar una de cal y otra de arena, acerca de las actividades borbónicas, parece dirigida a crear un movimiento de opinión en torno a la dualidad monarquía-república. Incluso se habla de restaurar la república, en un futuro más o menos próximo, dependiendo de las circunstancias.
Recientemente Javier Arenas, dirigente del PP, se posicionó en contra de la iniciativa promovida por Izquierda Unida (IU) que junto a una comisión constituida por los alcaldes de o­nce ayuntamientos andaluces, quieren convocar un referéndum para que los ciudadanos se pronuncien sobre la III República.

A pesar de que Javier Arenas manifestó su desacuerdo con la iniciativa, el miembro de IU, Antonio Romero confirmó que mantuvieron una conversación, en la que aquel le aseguró que en el PP apenas existen monárquicos (para nadie es un secreto que Aznar siempre receló de la institución monárquica), lo que denota una cierta comunión de ideas, en términos generales, sobre el tema.
Eso nos hace sospechar que se podría estar trabajando en la dirección de una república que trate de mantener los privilegios de la clase oligárquica, con lo que poco cambiaría el estado actual de cosas.
Por poner un ejemplo- y de confirmarse nuestras sospechas- el presidente de la futura república, elegido por sufragio universal, al cesar en su cargo seguiría integrándose en cualquier Consejo de Administración, daría conferencias en inglés, a cambio de sustanciosos emolumentos, o se retiraría a una lujosa mansión con un sueldo vitalicio, o sea, más de lo mismo.

Una cosa es evidente: Si el sistema llega a plantear un debate república-monarquía será porque se sienta débil; por tanto, cuanto más se debilite, más se fortalecerá la causa obrera.
No debemos acatar una república basada en la explotación del ser humano, hay que aspirar, como mínimo a que se comprometa en destruir el sistema que entronó a Franco y después a Juan Carlos. Esta nueva transición, de producirse según la planean, prolongaría, tras algunos retoques, la existencia del mismo régimen, con sus privilegios y prebendas.

En el pasado reciente, posiciones conciliadoras, derivadas de actitudes infames, desembocaron en el vigente estatus social.
Desoigamos los cantos de sirena que pretende imponer una república ajena a los intereses de los trabajadores.

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